Era tiempo de procesiones, no han cambiado, se viven con la misma tradición de siempre. Momentos de reunión en familia al calor de las brasas , regadas con vinos de la tierra. Paseos por los alrededores cogiendo aires renovados para el día a día. Ver jugar a los niños en sus calles no tenía precio, sin peligros de coches, disfrutando con sus bicis y balones.La gente en la calle tomando el fresquito, o en el campo a sus labores cotidianas, recogiendo los frutos de la tierra para llevarlos a la mesa.
Todos estos "manjares" de la vida, están y no los apreciamos, debemos volver la vista atrás a esos lugares donde aprendimos tantas cosas, para comprender que las prisas de la ciudad no son buenas compañeras de viaje, es necesario parar el tiempo y volver a nuestras costumbres más tradicionales.
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